De todas las dimensiones de la inteligencia emocional, la empatía es la más fácil de reconocer. Todos la hemos percibido en un profesor o un amigo sensibles; a todos nos ha afectado su ausencia en un entrenador o un jefe insensibles. Pero cuando se trata de negocios, rara vez oímos que la gente sea alabada y muchos menos recompensada por su empatía. La palabra misma parece impropria del mundo empresarial, fuera de lugar entre las duras realidades del mercado.
Pero empatía no equivale a sentimentalismos del tipo “yo estoy bien, tú estas bien”. Es decir, para un líder no significa apropriarse de las emociones ajenas e intentar complacer a todo el mundo. Eso sería una pesadilla que, además, imposibilitaría cualquier acción. Por el contrario, la empatía implica tener en cuenta los sentimientos de los empleados en el proceco de toma de decisiones inteligentes.
Hoy en día, la empatía es de especial importancia como componente del liderazgo por al menos tres razones: un uso cada vez mayor de equipos, el rápido avance de la globalización y la creciente necesidad de conservar a los trabajadores con talento.
Pensemos en el desafío que supone dirigir un equipo. Como puede atestiguar cualquiera que haya formado parte de uno, son hervideros de emociones. A menudo tienen la misión de llegar a un consenso, lo cual ya es bastante dificíl con dos personas y lo es mucho más cuando la cifra aumenta.
El líder de un equipo debe ser capaz de percibir y comprender los puntos de vista de todos los que se han sentado a la mesa.
La globalización es otro motivo que explica la importancia cada vez mayor de la empatía para los líderes empresiales. El diálogo intercultural es proclive a equivocaciones y malentendidos. La empatía es un antídoto. Quienes la poseen están es sintonía con las sutilezas del lenguaje corporal; son capaces de oír el mensaje que se oculta detrás de las palabras. Además, comprender a la perfección la existencia e importancia de las diferencias culturales y étnicas.
Por último, la empatía desempeña un papel crucial en la retención de talento, sobre todo en la actual economía de la información. Los líderes siempre han nececitado empatía para desarrollar y conservar a los trabajadores capacidados, pero hoy hay mucho más en juego; cuando alguno se va, se lleva con él el conocimiento de la empresa.
Ahí es donde intervienen la formación y el asesoriamiento. Se ha demostrado repetidas veces que ambas cosas no solo propician un mejor rendimiento, sino también una mayor satisfacción con el trabajo y menos cambio de personal. Pero lo que hace que la formación y el asesoriamiento funciones es la naturaleza de la relación.
A riesgo de repetirme, la empatía no goza de mucho respeto en el mundo de los negocios. La gente se pregunta cómo los líderes pueden tomar decisiones difíciles si se sienten mal por quienes se verán afectados. Pero los líderes con empatía no solo son comprensivos con la gente que los rodea, sino que aprovechar sus conocimiento para mejorar sus empresas en aspectos sutiles pero importantes.